Empezó criticándole su forma de vestir, pero ella no le dio importancia. Pensó que sólo eran celos, como cuando la dejaba en ridículo delante de sus amigos para sentirse el centro de atención. "
Hombres", pensaba ella,
"son todos iguales". Tardó en darse cuenta de su error, porque era difícil descubrir el engaño. Él nunca le levantó la mano, ni le gritó. Su cuerpo intacto escondía una autoestima apaleada que moría día a día sin que nadie se diera cuenta.
Microrrelato escrito con motivo del acto contra la violencia de género que se celebrará en Los Llanos de Aridane (La Palma) el día 20 de noviembre de 2010.
Fotografía de Saray Rojas.
9 comentarios:
Era igual de repugnate pues la ausencia de violencia degeneró en maltrato psicológico.
Abrazos.
transmite bien la sensación :)
La violencia sicológica, por soterrada, es mas dañina que la física.
Bravo Belén!
Un abrazo
Sentí tristeza por ella... Es que el amor a veces además de ciego, es sordo y tonto perdido.
Un beso.
Existen muchas formas de maltrato. Éste es el más dificil de sanar.
Abrazos
Muy bueno, Belén. Triste historia que ocurre tanto, un círculo vicioso del que es difícil salir :(
Es verdad, empieza sutilmente y es dificil salir pero se puede y las secuelas se curan con mucho cariño y amor el difiil de curar es el maltratador, pobre sobre todo si no es consciente
Esa autoestima apaleada vale un potosí.
Besos,mil.
O dos... :o) Gracias, Lola. Besos.
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