Con-tacto

Sin pretenderlo, cada vez se aísla más. Día a día su mente se esconde en las profundidades de un cuerpo impermeable a los estímulos. Hace años que no oye bien, y la vista ha empezado a escaparse de puntillas. Estoy aquí, le digo acercándome a ella, mientras veo cómo su mirada se pierde en una dirección errónea. Estoy aquí, repito tomándole la mano. Sólo entonces consigue apoderarse de las riendas atrapando la mía entre las suyas para comunicarse de la única manera que los años le permiten: llenándola de incontables besos.  


Vacío

Antes de llenarla por completo, las lágrimas encontraron dos desagües perfectos en sus enormes ojos. Dos cataratas se precipitaron desde ellos hacia la barbilla, donde confluyeron formando un único cauce que fue recogido en su regazo. La tela de su vestido se demostró entonces claramente insuficiente para contener aquel arroyo incesante que terminó empapándola por completo. En pocos segundos, el suelo de la habitación se había convertido en un charco de agua salada donde sus miedos trataban en vano de seguir vivos. Ella, incrédula y vacía, los vio extinguirse en silencio.