Enedina

   Enedina no leía libros, pero sí analizaba rostros, y veía en ellos las más increíbles historias de amor, los mejores relatos de miedo y los sucesos más extraordinarios jamás contados. Por eso, y no por vanidad, se maquillaba tanto: para ofrecer las mejores páginas de su vida en el caso de que alguien más fuera capaz de leerlas.

3 comentarios:

Belén Lorenzo dijo...

Sí, es otra forma de ir por la vida...
Un abrazo.

Bubo dijo...

Es preferible dar nuestra mejor versión, aunque no siempre nos sale.

Belén Lorenzo dijo...

Sí, al menos hay que intentarlo...