En el mismo segundo en el que Adán se disponía a morder la manzana, esta fue atravesada por una flecha lanzada por Guillermo Tell que destrozó, a su vez, la destinada a precipitarse sobre la cabeza de Isaac Newton. En ese preciso instante comprendió Dios que cada acontecimiento debía ocurrir a su tiempo.
8 comentarios:
Y aquí estamos presos del reloj
Totalmente, me temo...
Un abrazo, Luisa.
Totalmente de acuerdo
Gracias!
Brillante relato corto. Envidio a quienes pueden relatar así, sólo salen de mi pluma extensas historias.
Un gusto pasar por aquí.
Saludos desde el sur del mundo.
Mil gracias, Navegante!
Un saludo.
https://comoamarauncactus.wordpress.com/
CÓMO AMAR A UN CACTUS
Brillante!
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