Los lanzaban al mar. Antes de que cumplieran cinco años, los arrojaban a los brazos de las olas para que aprendieran a navegar en ellas por sus propios medios. Aunque la mayoría adquiría la destreza necesaria con estos métodos, uno de cada cien niños desarrollaba miedo al agua. De cada mil, uno o dos sufrían erupciones en la piel. Sólo uno entre un millón se convertía en sirénido.
9 comentarios:
F A B U L O S O!!!!!!!!!!!!!!!
M U C H A S G R A C I A S!!!!!!!!!!!!!!
;o) Un besote, Patricia.
O sea que hay posibilidades de encontrar/ver sirenas............Gracias por decírmelo.
Qué bueno Belén!!!
Un abrazo!!
Muy bueno!!!
saludos
Estos métodos de educación, no, no, no! Excelentes tus relatos, me fui de uno en uno y se me fueron algunas horitas :) La magia está definitivamente en los finales!
Hoy abrí mi nuevo blog, un honor tenerte por allí! http://laotramediaveronica.blogspot.com/
Un abrazo!
En promedio, creo que no está nada mal, un sirénido entre un millón es más de lo que yo podía suponer.
Un saludo.
Humberto.
Luisa: ten los ojos bien abiertos, nunca se sabe!
Sucede y María Luisa: muchísimas gracias!!
Verónica: muchas gracias, y bienvenida. Pasaré a verte.
Humberto: Sí, yo también me sorprendí! :o)
Muchísimas gracias a todos por venir. Un abrazo para cada uno!
Es dura la selección natural
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